28.2.11

Saludar

Hace poco unos de mi club se cruzaron en la carretera con Dani Pedrosa en bicicleta y les saludó cordialmente. En cambio otro día presencié la indignación de un ciclista porque un grupo le adelantó y ninguno de los ciclistas respondió a su saludo.

¿Hasta que punto es importante un simple saludo?
Antes, se saludaba la gente que se encontraba por los caminos o por las calles de los pueblos, se conocieran o no. A medida que los vehículos a motor se fueron adueñando de las carreteras, se mantuvo la costumbre del saludo entre motoristas, entre camioneros o entre coches con matrícula del mismo sitio. Es decir, que el saludo se fue transformando en una especie de reconocimiento de pertenecer al mismo grupo minoritario.
Volvamos a la bicicleta. Creo que nos pondríamos fácilmente de acuerdo en que ciclistas y peatones somos las minorías más vulnerables que circulan actualmente por las vías públicas. No deja de tener algo de aventura circular por según que carreteras con el cuerpo como única carrocería. En ese sentido podríamos considerar que pertenecemos al mismo grupo y por lo tanto el saludo sería una manifestación de compañerismo y de que no estamos solos.
Hay saludos de todos los tipos, desde los estruendosos gritos que se profieren dos pelotones cuando se cruzan por la carretera, hasta el ligero movimiento de cabeza que responde a un pequeño gesto con la mano. Estos serían los saludos puramente de cortesía o reconocimiento mutuo.
Otros saludos son de índole más práctica, como los que se suelen dar entre ciclista que circulan en el mismo sentido e intuyen que se pueden beneficiar mutuamente de compartir una parte del recorrido. Suelen incluir un "Hola" o "¿Hasta donde vas?". A veces no hace falta ni explicar el saludo, sino que se empieza a entrar en relevos con toda naturalidad.
Más provocativo es el "Adiós" de un ciclista que adelanta a otro; se puede interpretar como un alarde de superioridad y yo he visto montarse más de una vez un pique de mucho cuidado como consecuencia de esa simple palabra.
Especialmente solidario es el "¿Necesitas algo? dirigido a quien está parado en la cuneta.
El que me resulta más curioso es el "¡Qué fuerte estás!" que me han dicho alguna de las pocas veces que he adelantado a alguien en una subida. Creo que la frase correcta sería: "¡Qué mal voy, que hasta tú que vas tan despacio me adelantas!"
Los saludos que recuerdo de más complicidad son los de un día que llovía a mares y nos daba por reírnos unos de otros con todos los ciclistas que nos encontrábamos.
Luego está el NO saludo. En caso de alcanzar a alguien, está muy feo no decir nada; de hecho mosquea bastante oír llegar a alguien que se te queda a rueda silenciosamente; siempre te quedas esperando a ver en que momento te dará el hachazo. O si te pasan como una exhalación, como si estuvieran disputando los puntos del sprint especial. En todo caso, se suele apreciar como síntoma de hostilidad. Prefiero los que cuando me adelantan me dicen ¡Ánimo, que queda menos!
Y los que te encuentras de frente y hacen como que no te ven, aunque te das cuenta de que por el rabillo del ojo te dan un repaso para ver si mereces su saludo. Me gustan más los que me engañan y mientras bajan me dicen "¡Venga, dos curvas más y ya estás arriba!"
Ya se que hay momentos en que bastante tienes con esquivar a los coches o mantener el ritmo cardíaco previsto para tu entreno como para entretenerte en hacer vida social, pero yo creo que muchos de los que no contestan a mi saludo, en el fondo me miran por encima del hombro: "ahí va una globerilla". Pero curiosamente, los que más razón tendrían para pensar eso, que son los profesionales, casi siempre saludan. Por lo menos todos los que me he encontrado yo pedaleando me han saludado. ¿Será porque son los que pasan más horas en la carretera y por eso aprecian más sentirse acompañados?
En todo caso, aunque yo no me indigno con los que no contestan (peor para ellos) me parece que el saludo entre ciclistas es una costumbre que sería una lástima que se perdiera. A lo mejor os cuesta de creer, pero intercambiar saludos con la gente que me encuentro, me hace sentir la carretera más como mi casa.

Pedalier nº 5

Noviembre de 2005